miércoles, 28 de enero de 2015

CANTO II - (DEL AMOR Y OTROS UNIVERSOS)


No arrojéis mi reflejo al naufragio de la memoria
que mis cenizas, en espera de la luz,
aún presencian.
Presencian la sangre que era fiebre
desde el beso tierno amaneciendo en promesa.
Oh, loco poeta sin versos
cómo contemplas tu vida en una página del aire
cómo escuchas la voz en el frío de los cometas.
Dicho queda que detrás del último azar,
tan lejos de mí mismo que me observo,
hay un reloj hablando en pasado
un reloj que nos devuelve al murmullo de la rosa
al eco del deseo crucificado en otros ojos,
y puedo verte, mujer,
a ti, a quien amé en todas y nunca
a ti, a quien busqué en todas y siempre
a ti, a quien entregué el infinito con una paloma en la boca.

Qué joven tu mano sosteniendo mis pensamientos,
y yo, qué desnudo e inmenso, rodando por tus bordes
de espuma en espuma,
hundiendo mis labios como meteoros
en el vértice de la locura.
Permitid que acoja una emoción de selva súbita
ya que sin mirar, todo estoy viendo.
Hermoso el amor que ama y no se ignora.

Pronto se desvanece pues aire será lo que siempre fue aire
y surgen otros rostros como caléndulas desoladas
rostros indiferentes a mis ojos ciegos de mundo,
rostros que me amaron y deseché su sombra.
Nadie piensa en la caricia que dejamos desierta,
nadie.
Ni siquiera mi soledad los acompaña.

Oh, loco poeta sin versos, cuánto amor yace
en la tristeza de un dedo inédito.


                                                                                    Cont./

martes, 20 de enero de 2015

Del amor y otros Universos (Fin del canto I)


Cont./


Y en esa belleza que no se busca ni pretende
lo que es sombra se convertirá en rayo
y lo que es rayo en el dedo de Dios incesante.

Mirad
mirad desde la quietud que todo lo posee
y con el ruido de una nuez
crearemos el mundo en seis días y un verso,
llamaremos a las estrellas por su nombre
y sabios a los árboles,
habrá un solo océano, manso a la entrada del pie,
y cumbres con amapolas verdes que enrojecerán en los labios

Qué grandeza la de Rocinante con ollares de luna
Qué grandeza la del pan que el hambre calma
Qué grandeza la del anciano tan niño como lo creado

Prestadme de un grito su coraje
de un héroe su miedo al olvido
de un mirlo el plumaje que confunde a la noche
y antes de que la hierba haga huerto en mi pecho  
os traeré nuevos universos en la boca.

Yo muerto y de pie ante los que no miran, os digo:
el amor no es pausa sino camino.


                                                                        FIN DEL CANTO I


miércoles, 14 de enero de 2015

Del amor y otros universos


 CANTO  I

Apagada la fantasía sólo queda un aire,
un aire que no pertenece a ningún labio
ni al viento arrodillado ante las hortensias.
El futuro es carne de soñadores
dijeron
cuando me vieron morir de presente.
Y yo sonreía en mi funeral

¿Acaso saben descoser el cielo
aquellos que nunca soñaron con ser calandria
para imitar el canto de un ombligo que ama?

Yo muerto y de pie ante los que no miran, os digo:
Soñad
soñad con el infinito en los párpados
soñad sin poner nombre
ajenos a la memoria
hasta que los universos se pronuncien con vuestra voz.

Qué dulce la mano que sin fatiga entrega.

Si vierais, desde aquí, de pie,
el principio de todos los lirios
o las espigas de luz que lanza un seno cuando acoge y siente
sabríais que el amor es más que un profeta,
es el ojo derecho que ama sin ver al izquierdo
es la boca que en arroyos desnuda.
Apoyaos en el hueco que deja libre una lengua
y abriréis un mundo sin horizontes.
Traedme un sueño y volveremos a ser ríos
inmensos ríos como montañas
inmensos ríos como océanos
inmensos ríos como hombres.

No temáis
que yo muerto y de pie ante los que no miran
os digo:
Sois bellos cuando la cabeza duerme y es ala
sois bellos de eternidad.


                                                                           Cont./



jueves, 8 de enero de 2015

Cuando yo era tiempo y no sombra


Ciérrame los días creyendo en mí
o con el tal vez de una promesa
que posea palabras aún verdes,
palabras tan hermosas de garganta
como la selva que brota por un temblor.
Qué sola sin sueños el alma.
Recuerdo cada cansancio de este pie
cuando yo era tiempo y no sombra,
cuando vivía las horas hasta el final de los siglos
y la fiebre de un dedo acudía a mi piel
para escuchar los pulsos del acantilado
haciendo sendero en mi aliento.
Qué sola sin sueños el alma que asoma. 
Ciérrame con el cuerpo a cuerpo de un beso
hasta que los ojos sean mares
y mares tu presencia,
hasta que el grito llame al nombre
y abierto de boca el otoño
olvide que soy largo en soledades.

El mundo se va, en silencio se ha ido,
nunca imaginé que tuviera tan pocos versos.

                                               

                                                                                                  


jueves, 1 de enero de 2015

He gritado tanto que no existo


Asomado al hombro que muestra horizontes
cualquier camino es principio.
Sólo la mano parece fría
cuando no escucha la caricia
o no roza la frente que piensa y crece.
He gritado tanto que no existo,
que me invento en la risa de la alondra
si amanece joven y huye de la noche.
Es mío ese reflejo en las aguas ya quietas,
y es mío en la certeza de que siempre mira hacia tu rostro,
quizá no sepa vivir otra muerte.

Cualquier camino es principio
te he amado tanto que no sé por dónde olvidarte.