Para
Luz.
Carece
de olvido quien amó.
Llegó la noche
con cabellos revueltos
y lengua oxidada,
chirrían sus goznes
denunciando el vago
amanecer que aguarda
tras las sombras raídas
de los recuerdos.
Sombras que te
arrebatan
la luz de tu infancia,
que arrancan
de cuajo sus palabras
escuchadas.
Torpes telarañas
que surgen en la hora
de penumbra
negándonos continuar en
el sueño
del
holograma.
Carece de olvido quien
amó,
quien fue amado.
No es tiempo de erigir
fronteras
ante sonrisas legadas,
ni de prostituir
memorias
con eclesiásticas
llagas.
Celebremos los vientos
que pronunciaron su nombre,
evoquemos los aires que
posó en tu alma,
que él ya es utopía,
reflejo,
ala,
es eco de la tempestad
en calma; que allí, en su
universo,
abolidas están
dudas y lágrimas.
Y si la ausencia
intenta encelarte con
su copa,
no temas,
la apuraremos contigo,
compañera,
que nuestra noche aún
se antoja lejana.
Carece de olvido quien
amó,
quien fue amado,
quien es.
(He cambiado la forma del texto por sugerencia de Gavri Akhenazi a quien admiro profundamente. Gracias por tu generosidad, Gavri).