jueves, 6 de diciembre de 2012

Historias De Familia


Hoy he empezado el día cruzada. Nada más levantarme he sorprendido a mi abuela bebiéndose el agua del florero; al parecer le dolía la cabeza y, como mi madre echa aspirinas para conservar las flores, ha pensado que un trago le quitaría la resaca. Lo peor de todo es que las flores son de plástico. Mi hermano y su novia estaban discutiendo en el salón porque sus amigos han encontrado un vídeo casero en youtube, donde lo único que no le hace a un chino es un rollito de primavera; el idiota comenzaba a tragarse que es una nueva modalidad de Tai-Chi cuando el perro de mi futura cuñada se ha lanzado a morderme los tobillos, y porque le  he pegado una patada querían denunciarme a la sociedad protectora de animales. Estoy harta. Por lo menos la patada ha servido para que se olvidaran de los cuernos y empezaran a discutir de cómo comercializar el vídeo a medias. Buscando algo para desayunar abrí la nevera, pero dentro no quedaba ni frío. La crisis está destruyendo a mi familia. Menos mal que apareció mi padre corriendo, exhausto, como si le persiguiera la pasma. Traía una caja de donuts caducados que había robado en el super. Estaba tan emocionado con la idea de hacerse un forajido para alimentar a su gente que, por no quitarle la ilusión, me he comido uno mientras él me miraba con los ojos chispeantes.
Ahora voy hacia el trabajo, a pagar los donuts de Billy el niño, porque soy la cajera de ese super y seguro que algún compañero lo ha reconocido. ¿Y yo quería tener dieciocho años para esto? ¡Cómo me venga una señora sin cambio se va a enterar!

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